La épica del emprendimiento está llena de imágenes literarias y mitos. El más importante: el/la todopoderos@ emprendedor(a), esa criatura cuasi mitológica que todo lo puede, lo sabe o lo aprende. What a hollywood character!
Ciertamente el perfil tiene un cóctel de actitudes y aptitudes lo suficientemente sexy como para contar una buena historia, sin embargo, en la vida real no hay guión y por muy integral que se sea -natural o aprendida- llega un momento en que para avanzar hay que asumir lo que se es, con sus áreas de experticia y sus carencias.
El papel de malabarista es ineludible cuando el emprendimiento está en sus primeras etapas, pero es insostenible en el tiempo, personal y laboralmente. El emprendimiento no sólo hay que asumirlo con valentía y pasión, sino también con madurez y humildad.
Es común encontrarnos con emprendedores que se empoderan tanto que caen en la trampa del “todero”, todo lo hacen por sí mismos porque “si no no funciona” o “no sale bien”. Todos pasamos por allí y si bien nadie comprende mejor tu proyecto que tu, también es cierto que nadie crece ensimismado.
Para ello recomiendo estos 3 tips:
- Definir cuál área quieres desarrollar tú mismo dentro del proyecto, tomando en cuenta tus habilidades y el aporte de un real diferencial al producto/servicio
- Identificar los procesos cruciales dentro del proyecto y hacer allí la mayor inversión
- Incorporar personal especializado -o con el potencial latente- en las áreas centrales del emprendimiento
Nuestras aptitudes hay que alimentarlas siempre, pero de nuestra actitud dependerá que seamos un valor o una piedra de tranca en nuestro proyecto.