El equilibrio del emprendedor. El mito.

Una de las características del emprendimiento es la disolución de los límites físicos, mentales y emocionales de la vida personal y laboral. Yo diría que el precio que tenemos que pagar por vivir nuestros sueños es vivir 24×7 en ellos.

Suena romántico –y hasta deseable- eso de emprender para vivir en tu sueño SIEMPRE, pero luego del enamoramiento comienza la verdadera vida del emprendedor.

Nuestra generación ha vivido el nacimiento de constructos como workaholic, empoderamiento, emprendimiento, sustentabilidad. Nos ha tocado vivir con esto ronroneando nuestros ideales, pero ¿por qué nos han moldeado diferente? Porque ahora más que nunca andamos en la búsqueda del equilibrio.

Al emprendedor/empresario pareciera adjuntársele un apéndice con orgullo: el workaholiquismo. ¿han escuchado a más del 90% de los emprendedores confesar sus jornadas laborales interminables con cierto dejo de vergüenza? ¿alguien ha visto a uno de nosotros salir con cara triste un sábado de la oficina? ¿nos han visto sonrojar por no dejar de atender asuntos laborales por el teléfono en medio de fiestas, vacaciones, reuniones sociales?

Somos nuestro propio verdugo y eso parece darnos orgullo. Bueno, es mejor ser uno mismo que otro, pero el fulano equilibrio sólo lo podremos alcanzar con un poco de consciencia y voluntad.

Así como debemos estar conscientes que eventualmente tendremos que poner límites sanos para poder vivir integralmente, también tenemos que estar al tanto de que en efecto el emprendimiento nos coloca en una posición donde la demanda de tiempo tiende a ser mayor que cualquier empleo.

Las primeras fases del proyecto nos consumen muchísimo tiempo, por factores de recursos pero especialmente porque es el momento fundacional, si hay una etapa demandante es esta. Luego es un tema de responsabilidad y compromiso, con el proyecto y contigo.

Hace poco leía en Enterpreuner que el equilibrio del tiempo es un mito para los emprendedores. Nosotros sabemos que el equilibrio no lo conseguimos en un horario par, sino en temporadas de alta y baja demanda.

Por mucho tiempo me persiguió la tarea de hacerme un horario equilibrado, nunca lo lograba. Con los años entendí los ciclos de mi empresa y proyectos, hay momentos donde puedo hacer todo lo que quiero, hay otros donde me corresponde entregarme a un proyecto puntual. La clave para no morir como un pajarito en un banco es alejarnos de la victimización y dejar de ser los victimarios.

Conocer nuestra empresa, sus ciclos y temporadas es vital para poder definir nuestros momentos libres y los 24×7. De esta forma podemos planificar nuestro descanso, momentos de dispersión y nuevos intereses, también vale decir que sirve para no volvernos locos.

Pero ¿cómo saber reconocer esos ciclos? Evaluando objetivamente si eres indispensable o no en el proceso que te demanda. El resto es del capítulo “aprender a delegar”.

Aún así soy convicta de la filosofía “el que quiere puede” y he aprendido a ganarle un poco más al tiempo, pero lo dejo para el próximo post.