Ser -y punto-

Creo en el poder de la naturaleza y los símbolos, los astros y la energía. Voy a la iglesia, porque quiero.

Amo una copa estilizada de prosecco. Bebo cerveza de la botella.

Reconozco el olor de cabello sin lavar  a distancia. No se diferenciar la Cocacola de la Pepsi.

Puedo gastar miles de dólares para acampar sin comodidades. Nunca he tenido un iPod.

Me apasionan las teorías del poder; y las fases de la luna.

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#SobreSerJefa

 Si hay algo desafiante en esta vida es ser líder. Ese punto casi químico dónde lo humano, lo matemático y lo áurico confluyen.

Todo mundo tiene una percepción súper poderosa del liderazgo. A la palabra “jefa” le proceden una cantidad de arquetipos tan leoninos como supernaturales. Se cree que es la mejor posición, la más favorecida, la más condescendiente. WRONG!!!!!

Ser jefa ha sido uno de los roles más difíciles de mi vida, asumirlo con la responsabilidad de la investidura te hace tener de la noche a la mañana un montón de vidas sobre las cuales influir, a quiénes atender, escuchar, enseñar y comprender.

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“El amor es para los valientes”

Francamente no creo en la guerra, ni que en el amor y en ella todo se valga; pero si hay algo que permita hablar del amor con matices bélicos es una sola cosa: el coraje –de valor, no de ira- que amerita enfrentarse a todo.

El amor rompe estructuras, pisotea orgullos, hace trizas los planes, aniquila estereotipos, atenta contra la imagen pública que buscamos construirnos con ladrillos de ego y cercos eléctricos abarrotados de miedos, preceptos, convencionalismos.

El amor es letal, sí que lo es, pero para nosotros mismos. Para los que nos resistimos, para los que creemos saberlo todo sobre nosotros hasta que llega una bomba atómica de emociones inexplicables, coincidencias malditas, caricias simples y demoledoras, miradas que se extrañan hasta morir en silencio… pensarse, buscarse y encontrarse hasta torturarse.

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No las prefieran brutas, no es necesario

Estudios recientes indican que los hombres ensueñan mujeres inteligentes y empoderadas pero, a la hora de concretar las prefieren de menor nivel intelectual y de seguridad que los propios. Básicamente, dicen los estudios, porque sienten amenazada su propia inteligencia, pero especialmente su rol.

A ver, sí, hay niveles intelectuales y sí, hay empoderamiento femenino –tal y como lo hay masculino, gay, transexual, etc’s-, la sexualidad ni el género hacen la diferencia en la percepción de estima, inteligencia y seguridad personal. La pareja debe dejar de mirarse como una amenaza aún cuando por consentimiento amoroso seamos absolutamente vulnerables cuando nos entregamos a ella. ¿Creen que esto cambia con el género o la inclinación sexual? –no debería-.

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No más (auto)entierros

Live nutty.

Just occasionally.

Just once in a while.

And see what happens.

It brightens up the day.

-Leo Buscaglia-

 

Aunque Venus no esté en Acuario –que lo está al momento de escribir este artículo- toda mujer necesita conocer el poder de su “locura”, “rareza”, “originalidad”, “payasada”, “estilo” y cualquier otro adjetivo con el que se hayan acostumbrando a etiquetar –y sepultar- su unificidad.

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¿Cuándo duele el corazón?

Quizás por ser Cáncer se me hace más fácil sentir el corazón y “perderme”, quizás no, quizás me encuentro. El hecho es que como yo, esta noche hay una pila de gente que no duerme porque le duele el corazón, figurativa y literalmente.

Está oscuro, pero aún así cierro los ojos. Y respiro, sólo para saber que aún respiro. ¿Por qué me duele el corazón? Me pregunto, y sigo llorando. ¿Cuándo duele el corazón? Me pregunto, y comienzo a escribir.

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¿Qué hacer con la otra?

Hace unos meses un artículo que escribía para hablar de lo que merecemos y lo que no -y de cómo yo me di cuenta de eso- resultó polémico por la forma en la que me referí a “la otra”, adjetivo que además usaron los lectores, porque yo hice todo mi esfuerzo para escribir “la chica”.

Siempre admiré a una amiga que mientras le estaban poniendo cuernos –y ella lo sabía- hablaba de “la muchacha”, también lo hice con quienes podían referirse sin decoro “la perra esa”. Y como la mayoría de las que leemos acá, siempre he tenido una sensibilidad hacia la evolución del género que incluso fue promesa de año hace bastantes “no insultar a ninguna mujer” decía mi papelito.

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4 tips para no acabar con todo en una discusión

Dicen que las discusiones son el reflejo de los complementos, la pizca de sazón, el placer de la reconciliación. Yo no creo que sean una necesidad, pero en todo caso es importante aprender a -o intentar- no convertirlas en armas de destrucción masiva.

Con la querida cruz cardinal creo que nadie se salvó de discusiones con calibre. En todos los ámbitos, en todas las relaciones. Este artículo lo hago inspirada en las discusiones que más reconciliada me han dejado. Y es que ya que parece inevitable, creo que es importante aprender a discutir.

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Quítale poder al to do list

Pasé casi un año sin escribir. Tengo más de dos sin dar clases. He pagado tres veces la inscripción ilimitada del Yoga. En un año solo pude ir a un Kainapi. En los últimos 3 años no he alcanzado a leer todos los libros que siguen envueltos en su plástico, vigilantes al pie de mi cama. Hoy cumplí dos años de haber estado en mi ultimo retiro espiritual. Cada vez voy menos al spa. Tengo una colección de derrotas ante la diferencia horaria de mis amigas que están regadas en el mundo. Pero sigo viva.

Desde pequeña he tenido un sentido optimizador del tiempo que me ha servido para hacer mucho más de lo que mi edad biológica permitiría. Y eso estuvo bien pero es importante saber que lo que hagamos nos define más no nos determina.

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Ser tu mujer

Para quien se pierde en compañías sin hacerlas suyas. Para quien se olvida lo que ES, por dejarse ser sólo compañía.

Mi cintura no es para presumirla, es para que la abraces cuando sientas que no puedes y te sostengas. Mi cintura es para que la rodees con tus manos y me dejas saber que puedes, y quieres.

Mis brazos no tienen buen ángulo, pero su belleza no es para verla, sino para sentirla cuando tengamos días sin vernos y nos apretemos con la firmeza de un “te extrañé”, “te tengo”. Mis brazos son para aferrarme a tu espalda erguida, o para alzarlos eufórica entre mi cabello porque estás dentro de mí.

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