Francamente no creo en la guerra, ni que en el amor y en ella todo se valga; pero si hay algo que permita hablar del amor con matices bélicos es una sola cosa: el coraje –de valor, no de ira- que amerita enfrentarse a todo.
El amor rompe estructuras, pisotea orgullos, hace trizas los planes, aniquila estereotipos, atenta contra la imagen pública que buscamos construirnos con ladrillos de ego y cercos eléctricos abarrotados de miedos, preceptos, convencionalismos.
El amor es letal, sí que lo es, pero para nosotros mismos. Para los que nos resistimos, para los que creemos saberlo todo sobre nosotros hasta que llega una bomba atómica de emociones inexplicables, coincidencias malditas, caricias simples y demoledoras, miradas que se extrañan hasta morir en silencio… pensarse, buscarse y encontrarse hasta torturarse.
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